«El hombre en el castillo» – Philip K. Dick (1962)

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Título original: The Man in the High Castle

País: EE.UU.

 

Ucronía que nos presenta una realidad alterna en que Japón y Alemania ganaron la segunda guerra mundial y se han dividido a EE.UU., ocupándolo e imponiendo sus leyes y autoridades.

La novela se desarrolla más en el lado de la costa oeste ocupada por Japón, y vemos este mundo a través de varios personajes como el anticuario Robert Childan que se dedica a vender objetos producidos por EE.UU. para coleccionistas como pistolas de la guerra civil o relojes de Micky Mouse, que para ese tiempo son reales rarezas porque ya no existe industria estadounidense. Otro personaje es Frank Frink, un judío que niega ser judío, que entra en el negocio de la manufactura de joyas, intentando revitalizar las creaciones estadounidenses pero no tiene mucho éxito. Juliana Frink, la ex-esposa de Frank Frink que ahora tiene un romance con un joven obrero italiano que dice que participó en la segunda Guerra Mundial como soldado, pero ella cree que es un agente encubierto del servicio secreto alemán.

También está el señor Nobusuke Tagomi que tiene un cargo de cierta importancia en la zona estadounidense ocupada por Japón y que se siente atraído por las antigüedades estadounidenses.

La historia nos muestra poco a poco que se estaba gestando un complot de parte de los alemanes para atacar con bombas nucleares a Japón, y por esto, un tal señor Baynes (que es en realidad un agente de la Abwehr, inteligencia militar alemana) quiere entrevistarse con el señor Shinjiro Yatabe (nombre clave del general Tedeki, alto oficial imperial) para advertirle sobre el complot.

Entretanto vemos como se maneja el negocio de antigüedades estadounidenses, la falsificación y como los japoneses sabotean comercialmente la industria estadounidense, esto lo vemos por medio de Paul Kasoura, un japonés que sutil y elegantemente le muestra a Robert Childan que son inútiles sus intenciones de empezar a revitalizar la venta de joyas de origen estadounidense (que Frank Frink produce) ya que con sus industrias en China coparían el mercado mundial.

Por otro lado vemos a Juliana Frink que junto con un chofer italiano piensan visitar a Hawthorne Abendsen, que es autor de una novela que dice que EE.UU. y la URSS ganaron la segunda guerra mundial. El libro en cuestión se llama “La langosta se ha posado” y es muy comentado a lo largo del libro por varios personajes, es popular a pesar de ser un libro prohibido en el lado alemán, pero en el lado japonés es permitido. Por su libro provocador Abendsen vive en una casa con mucha seguridad, al que llaman El castillo, por esto este escritor es el hombre en el castillo, a donde se dirigen Juliana Frink y su acompañante.

Un hecho que sorprende a todos y cambia algo la dinámica política es la muerte de Herr Martin Bormann, canciller del Tercer Reich (Hitler ya estaba muerto de hace tiempo). Y su reemplazo por Goebbels al mando de Alemania, la primera potencia del mundo.

Alemania no solo es un potencia que se ha expandido por varias partes del mundo, como  África y que ha arrinconado a los rusos sobrevivientes a lo más lejano de la Siberia, sino que también está a la cabeza de la exploración espacial, habiendo llegado a Marte.

También se comenta mucho la proliferación de campos de concentración y el exterminio que los alemanes hacen de judios y otras etnias como eslavos y africanos.

Otra particularidad que recorre toda la novela y todos los personajes es el uso del I Ching (se pronuncia: Yi Ching), un libro chino milenario que ha sido utilizado como oráculo desde la antigüedad y que ahora se ha vuelto muy popular entre los estadounidenses del lado japonés, que lo consultan para tomar muchas de sus decisiones. Se podría decir que el I Ching es la guía de mucho de lo que sucede en la novela.

 

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Recordando otra ucronía que plantea también la victoria nazi como la novela Fatherland, los campos de concentración para judíos en «Fatherland» de Robert Harris, eran algo secreto, no algo de conocimiento público como en esta novela, que hasta se habla de los famosos hornos como algo común.

Hay que notar que esta novela fue escrita en 1962, y Dick no se imaginaria la reunificación alemana, ni que en los 80s Japón pareciera elevarse otra vez como potencia, y hasta mandar altos ejecutivos a EEUU a hacer negocios desde una posición de fuerza. Grandes empresas como Toyota, Sony o Toshiba se impondrían en EEUU, y la influencia cultural japonesa tanto en su animación como música llegarían a tener gran presencia en la costa del Pacífico de América, tanto como que estoy escribiendo estas líneas escuchando música japonesa. ¿acaso estaremos en el mundo de Dick pero algo alterado? ¿Japón ganó la guerra? ¿Una especie de langosta modificada? El mes pasado leí el libro del I Ching, y no sabía que en El hombre del castillo tenía un papel tan central. ¿Causalidad?. El azar puede tener muchas formas de manifestarse. Ya me han dado más ganas de conseguirme las monedas para poder utilizar el oráculo.

Y también curiosamente este año he estado aprendiendo alemán, gracias a lo cual no necesité traducción para entender las pequeñas frases en alemán que se intercalan en la novela.

Una novela simple, pero que al darle vuelta a un hecho histórico tan central en la historia del mundo, como que se pueden sacar muchas ideas e implicaciones. Recomendable para leer y darse una idea de un mundo alternativo.

 

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Algunos párrafos que subraye:

 

Incorporándose,  Wyndam-Matson fue  al estudio y descolgó  de la pared el certificado  enmarcado del Instituto Smithsoniano.  El certificado y el encendedor le habían  costado una fortuna, pero valían la pena, pues le permitían probar que tenía razón que la palabra «falsificado»  no significaba nada realmente, pues la palabra «genuino» tampoco tenía sentido.

 

– ¿No es acaso cierto – dijo el señor Tagomi – que ningún hombre ha de ser instrumento de las necesidades de otro?

 

Créeme, ningún país es mejor que sus gobernantes. Führerprinzip, principio del liderazgo.

 

Era difícil decirlo, y cuando ella se hiciese arreglar el cabello los dos serían de alguna manera como personas diferentes. Creados de la nada, o, mejor, creados por el dinero. Pero ante todo tenía que peinarse.

 

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